No puedo dormir. Es que me pone contenta que vas a venir. Me pone contenta que verte la cara me dará calma. Me dará calma después de unos primeros cinco segundos de no entender, de rabiosamente no entender cómo la bondad de pronto tiene piel, ojos transparentes y boca dulce. Me pone contenta que vas a venir porque nos divertiremos mucho y vamos a crear un montón. Sí, estoy de acuerdo con Celine, es cierto que todos lxs amantes creen que inventaron algo nuevo, pero esto es serio: necesito inventar algo para caminar contigo, porque no tengo suelo para andar ni techo para dormir. Lo inventaremos juntxs, caminando no más, porque así se hace el camino y va a ser tan divertido, vamos a jugar mucho y cuando se acabe el juego, lo despediremos contentxs y seguiremos jugando otro juego más, siempre otro juego más.

De camino a Coquimbo, escuchando a Silvana Estrada en un bus con vidrios que vuelven el paisaje un tono sepia, pienso en cómo. Cómo llegué a enredarme en esa tibieza tan vergonzosa que ni me permitió sentir en tiempo real cuándo empecé a tener frío. Cómo permití hacer de la silvestre indefinición algo tan insulso, insípido y pusilánime.

Entonces me doy cuenta de que fui infectada vía oral con La enfermedad del siglo. Solo me queda desear fervientemente que sea una afección inmunizante. Sí, es cierto, no tengo ni quiero ninguna cosa nombrable. Pero menos quiero rodear mi piel de algo que se pueda llamar Cobardía. No va con mi saliva.

En este camino seco y solitario tan cuesta arriba, me gustaría, de pronto, hacerme bolita en el suelo a berrinchear. Y que llegara un cariño a tomarme como un ovillo de harapos y me dijera: tranquila, yo te quiero así, yo te llevo hasta que puedas caminar, hasta que puedas decir algo. 

Lista de recuerdos (míos, solo míos) favoritos en los que estás tú:

recorrer contigo, todo un día, una isla que no conocía.
tu compañía mientras postulaba a una residencia; saber que estabas cerquita, poniendo música.
hacer una torta juntxs y verte la mirada más alegre que te he conocido.
tu mano abriéndose con cualquier pequeño regalo para mí.
cantar un pedacito de Mañana mientras te decía los acordes para que tú los tocaras.
el tarareo de la canción de Twin Peaks, repartidxs en tu sillón.
caminar por la playa a ojos cerrados, guiándome con tu canto.
pasarme de un balcón a otro, sabiendo que me mirabas.
hacer un video juntxs.
tu mirada en mí, entre el resto del público.
el secreto de que me hacías cariño una madrugada mientras dormía.
tu primer saludo, el primero primerísimo.
tu primera despedida, la primera primerísima.

Feliz cumpleaños; agradezcamos al absurdo sus dos absurdos: 
que existas, ¡saber! que existes.






Tengo frío en la cabeza pero también en el pecho. Mi estómago parece un chicle masticado por más de una hora y mi cuerpo es una pasa. Yo creo que esto puede crecer. Yo creo que esto me puede matar. Quizás algún día me aburra, quizás algún día no lo soporte.

[…] Ayer vi a Noelia Recalde en un concierto íntimo y después, de improviso, me pasé a ver a Flor Bobadilla con su banda Flamamé. Las dos propuestas eran hermosas y con un sentido de lo escénico muy preciso y consciente, cada una en sus estilos. Pero no podía dejar de pensar en eso. Que porqué seguía siendo música. O porqué no. O cómo hacerlo diferente. Cómo desterritorializarlo. Volverlo no binario, un género fluido. Y pensaba que me va a tomar la vida entera responderlo y que acepto gustosa el viaje. Pero luego me decía si no sería mejor decidir ocupar mis precarias herramientas y mis porfiadas inquietudes en algo más importante.

(Cuestionable)

 

19 de septiembre, 2025

Cuando mi cara se derrite, cuando mi cara se evapora, quiero que esté tu cara, quiero que esté tu boca. La busco, la recuerdo, la evoco. Como un ancla a esta cosa medio sueño medio real.

¡Salud! (mucha; libertad, toda).

 Siento verguenza de mí. De estar tan poco contenta con mi vida y no hacer nada para cambiarlo.

Todos los días pienso que si me muero o me matan en cualquier momento del día. Si me muero o me matan en este momento. Cualquier momento que no me sienta capaz o suficiente (todos los momentos). Si me muero o me matan, voy a haber muerto sin agradecer ni disfrutar la vida. Entonces la culpa me exige, con pavor y urgencia, que no demore en querer el movimiento involuntario de mi pecho. Que encuentre más azul el cielo, que me enternezca un perro, no sé.

Me distraigo un poco y me empiezan a brillar los ojos por el fracaso de lxs dos. Siento vergüenza de que mi llanto pueda tener una que otra letra de tu nombre, hasta que recuerdo que he querido llorar incluso porque la comida se descongela demasiado fácilmente, porque la memoria no recuerda todo, porque no me dejaron palta, porque---

De todos modos, siento que siempre me quedo en detalles, más que el resto y que siempre me duele, más que el resto. Quiero que sea diferente alguna vez. Estoy mojando mis mejillas con agua salada por tu obra y omisión y no te das cuenta. Si de indemnizaciones se trata: quiero que ahora mismo pongas Cecilia, vayas por un botellón y llores ebrix recordando mi cara, mi nombre, mi piel.