¿Y ahora qué? entonces nada. Respira, respira y nada. O camina. O vuela. O respira. [eres una pelusita que vuela en tu respiro. Tengo miedo. ¿Y ahora qué? ¿Rajarme la piel? quedar desnuda, quitarse las costras de sangre (¿pero no que así dejan marcas, sale más sangre? ¿entonces cómo?). No quiero caminar, no quiero dar ningún paso más en falso. No quiero ir ciega, no quiero renunciar a la locura que tanto reclamé con uñas y dientes ¿y si se va? ¿si me quedo sola? Dime con qué otros ojos, con qué otra sangre, si yo aposté a esa sangre, era mi sangre, mi frío y mi calor. Mi color.
Y tantas piedritas que saqué de ese río, que sabía que eran sólo carga [pero tan bonitas... entonces sí, no importa. Y tan bonitas y tantas y ahora voy con el vestido lleno de ellas, y las manos también, voy caminando descalza a dejar todas las piedritas al río, y me arrepiento porque con el sol que les da brillan de una manera, que me reenamoro y lo vuelvo a considerar. Pero no, tengo que bajar al río con todas las piedritas, soltar los brazos y que resbalen, que caigan, que suenen y que se vayan. Ojalá el río no se vaya con las piedras, extrañaría los extremos de la cordura. Cada piedrita te tiene. porque] Estás muerto, por favor, muere. Esta es mi despedida. Te dejo en el río. mi río de sangre que se confunde con agua, porque no sé cuándo soy oscura y cuándo soy clara. Dijimos que nos mataríamos, oye... ya no quiero vivir más, necesito descansar. Muére(me). Muramos. A-dios.
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