Terminó el árbol de botar sus damascaos,
terminaron los damascos de pudrirse todos.
Terminaron de caer las hojas
y las hojas terminaron de cubrirlo todo.
Terminó de ponerse el sol,
terminó de acercarse la noche.
Terminó la magia y todo el temblor dulce,
los remolinos de azúcar.

Yo terminé de llorar en tu efigie buscando tu rostro,
terminó el anhelo terco de buscar en tu rostro
un nombre y un color.
Terminé de inventar, como nube,
figuras en tus ojos, terminé de dibujarles, desesperada, el amor.
Terminé de leer en todo nuestra historia
-pronto terminaré también de llamarla historia
y de llamarla nuestra. Es que terminaré de llamar, ya terminé,
[no hay a quien llamar, porque

Terminé, en fin, con la terquedad de querer
enseñarme lo que mi animal nunca quiso aprender contigo
y que mi niña de cuento no perdonó.
Terminé de intentar sentir exquisito y bello
el acto de desnudarme en medio de tanto frío y
empecé a amar la urgencia de ser
otoño invierno primavera verano
y otra vez otoño.