Me hablaste y sentí pena. Tú buscas la reivindicación social en los grandes temas de siempre [ya no te caben más palabras en la boca, por eso tan gruesa, jaja] yo, en las cositas más pequeñas y sutiles, por ejemplo, el amor. Daj, el amor parece un campo de batalla donde se descubre todo, no se puede mentir. Y las relaciones expuestas al amor son tan tristes. Me entristece el sometimiento en que vive el más común enamorado, denota de inmediato esa pulsión mamífera del rebaño y esa otra enfermiza de la inmortalidad. Si se tiene que morir, por qué no se muere y ya. Lo adictivo del amor son los ojos, si no estuviéramos ciegos, no tendríamos que robar los del otro. Odias resignarte, y acabas de hacerlo. No confundas el trabajo con la resignación. Hay cosas que se saben porque se sienten. Es cierto que si estás ahí es porque alguna vez quisiste, pero no por ello tienes que seguir queriendo. Las cosas cambian, a lo mejor no ustedes, quizá el sol, las hormiguitas que caminaban cuando se dieron el primer beso, el dibujo de los hilos desgastados de la sábana en la que fue su primera vez, no sé. Esa organización social de la pareja es tan rara, conozco pocas en las que no haya jerarquías y pocas en que se rinda culto a la libertad. Por qué cambiar, por qué esperar, por qué decirse que ya vendrán buenos tiempos si se huele que el tiempo no es lo que importa. Dices sí, sí, y quizá sigas diciendo sí, sí, como cuando nos dices que decimos sí, sí, y hablas de una libertad que no tenemos pero tampoco ocupas tu vida. No me entiendes, no lo confundas... solamente no creo, ojalá me equivoque. Pero siempre, siempre... 
es un vicio.

No hay comentarios.: