Cuando coincidimos, ¿qué tengo que pensar? te miro y se proyectan tras de ti tantas capas. Hemos sido demasiado, has sido demasiado, te he inventado tantas veces, y todo el tiempo te destruyo, te guardo, te lloro, te recompongo, te vuelvo a armar. No sé a dónde caen las palabras, los ojos, los recuerdos, no sé si caen, no sé de dónde salen, no sé nada cuando te miro y te hablo, y está tan bien, porque, por sobre todo, no sé si sería necesario definirte, definir dónde estamos, cuándo terminó qué y cuándo volvió a empezar, si ha vuelto a empezar, si alguna vez ha terminado o sido; y suena horrible, sale otra mierda, pero quería decir que supo bien la noche, el silencio, las palabras escasas y certeras, la mañana resbalándose perezosa por entre los rayos de sol, todo.
Ya no quiero armarte, quiero recibir lo que emanes [y entre armar y emanar quedó una mezcla de letras que sirven y que sobran para el mismo anagrama ese tan bonito y tan oculto entre ellas...]; y tantotanto quiero recibirte, que ya no importa si no te das.
Ya no quiero armarte, quiero recibir lo que emanes [y entre armar y emanar quedó una mezcla de letras que sirven y que sobran para el mismo anagrama ese tan bonito y tan oculto entre ellas...]; y tantotanto quiero recibirte, que ya no importa si no te das.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario