Te he escrito en mi mente todos estos días, y casi en susurro, para que ni siquiera yo me escuche, hemos mantenido retacitos de algo así como conversaciones que acaso fueran una sola confesión. Digo confesión y en seguida me quedo en blanco, cerrada, vacía, no quiero que salga nada de mí. Pero dejemos que al menos admita que no fui tan solo abrupta contigo, sino que también conmigo, y que no sólo te interrumpí y te dejé solo a ti, sino también a mí. Y en este punto es necesario convenir que estuve petrificando y subestimando demasiado todo, secando cada cosa viva de los dos al cuestionarla tanto por lo sumamente extraño y opuesto a mí, tan de otro lado y de otra forma. Y con todo esto quiero decir que las lianas tenía razón, que las lianas eran mis verdaderos cristales, microscopios macroscopios y lupas. Y debo reconocer que te quise mucho más de lo que te dije y de lo que te demostré de y de lo que me sentí sintiendo. Tanto te quise, que ahora me empieza a molestar el torrente de agua contenido que, una vez más, no llegó ni a su fuente ni a su destino. Te tengo atrapado. Y te pienso y te sueño. Ayer te soñé. Y no sé cómo se puede estar en dos lugares al mismo tiempo. O no se puede, y por eso esta sensación y esta pena. Sé que elegí sin darme cuenta, y que no sólo elegí mi soledad y mi compañía, no sólo me decanté a una u otra persona, redireccioné mi vida, elegí un camino. Y ahora pienso como primavera todas esas cosas bonitas y puras que me diste. Cosas preciosas que son sólo del campo del corazón y que no colmaban a la mente y al pensamiento que también amo. Pero aquí siguen todos esos bichitos, esas flores, ese otro tipo de azúcar pura, sana, de oro, la miel del corazón que tú me diste que estaba llena de jugos divinos. Y, habiendo llegado hasta aquí, consiento en reconocer que fui inmensamente pretenciosa al creer que te había dejado ir tan fácil, fui vergonzosamente pretenciosa al creer que los dos éramos catalípticamente diferentes y que mi vida no tenía nada que ver, ni en lo más mínimo -exceptuando los jugos y las plantas y las princesas- contigo, y no sé cómo pude creer que la madrecita había querido nada más jugar con los dos juntándonos y que tú y yo queriéndonos nada más habíamos sido un buclecito, un revés del destino, casi un chascarro de eso de los que se ven al terminar la película. Me imaginé la película con su fin aún recién empezándola. Y sé de mi arrogancia y mi vanidad. Ahora entiendo que perfectamente podríamos seguir caminando juntos, ahora entiendo y siento todo lo que me unía a ti, y me queda la certeza y quizá hasta la esperanza, de que sí había un camino juntos.
Pero, aún así, te hablo para dormirte, para que esto sea mi canción de cuna y te duermas en mí, y ya dejes de pedirme de beber, y ya dejes de hacerme sentir que nos dejé en medio de algo. Por favor, duérmete. Sé que me quedé con los gatitos, con las canciones, con el bálsamo para barba, por favor duérmete. Pensé que habías sido un puente a lo de Ahora, y te veía en mi vida como con esa única función, ahora pienso que los puentes pueden estar en todos lados y que hay infinitos lugares a los que llegar. No sé qué va a pasar, pero te pido que te duermas, y te pido perdón. Todos los caminos son bellos y todos los caminos son. Y yo agradezco este, yo me quedo en este. Por favor duérmete en el perdón para mí. No puedo seguir... duerme.
Queda la alegría da saber que no fuiste en vano, es una certeza bella, un hermoso regalo dentro de éste mi remolino actual. Pero por favor, duerme.

No hay comentarios.: