«Me gusta tanto sentir, tanto pero tanto. No hablo sólo de sentimientos, sino de sensorialidad y sensualidad también,  [...] me gusta tanto tanto tanto. Amo poder conocer las cosas desde los sentidos. Y amo que el teatro me dé esos regalos. Escuchar el suelo, seguir las geometrías, pisar las manchas, tocar la luz. Lo amo. Fui tan feliz conociendo la sala de otra forma... Me vi haciendo eso y sentí, otra vez, infinita gratitud. Qué bello es poder darse esos recreos, esas pequeñas pausas de la realidad habitual casi a lo Cortázar conversando con la mesa. Ayer me daba cuenta de que no todas las personas hacen eso. La mayoría va a morir sin escuchar el piso. Sin dejar que el cuerpo converse con las geometrías del espacio. Y a mí me encanta saber que no me voy a morir sin haberlo hecho. Esa otra manera de entrar en las cosas y de recibirlas, ese juego constante, me encanta. Y es que me encantan todas las maneras diversas y creativas de recibir el mundo. Adoraría poder recibirlo desde los números, desde la filosofía, desde la música, desde la tierra, el trabajo del campo, la agricultura, no sé. Todas esas cosas. Qué lindo recibir el mundo por los sonidos, por las ideas. Por la vida y sus procesos pequeñitos para todo. Pero por todas esas cosas que te nombro siento un placer y una curiosidad intelectuales. Este placer que sí vivo (el placer que me da el teatro) es sensorial, y lo siento por todas las partes de mi cuerpo, me aflora, me pide. Es una pasión gigante y a través de esos momentitos así en que recibo sus dones de forma tan sencilla, es que entiendo y le doy fe y garantía a esa idea que tengo yo, esa afirmación que hago yo de que el arte (en realidad el teatro y sólo por eso el arte) es lo que me conecta a la vida. Ya sé que probablemente no voy a saber nunca por qué me metí a esto, no voy a saber nunca muy bien qué quiero hacer aquí y quizá nunca me pueda sentir completamente segura y a gusto viendo teatro si pienso en el teatro y el arte en sí. Pero ahora para mí está bien, ya lo acepté y me reconcilié con esa incertidumbre, porque de verdad, aun así, es lo único que me enseña a vivir, lo que me pone de buenas con la vida. El teatro es a mí lo que la naturaleza a los pueblos de las primeras naciones, a propósito de la conferencia de hoy. Ahí está todo, mi naturaleza, mi dosis de rito. Ahí yo aprendo, ahí se me muestra la vida para esta piel. Ninguna palabra sobra en este frase: en la teatralidad y en lo escénico está mi hogar. Esa es la guarida de mi corazón. Lo aprendí ese año cuando volví a bailar después de no querer nada con el arte y de sentir, en cuanto pisé el linóleo, cómo se transformaba físicamente todo, sólo por haber entrado a otro espacio, el escénico. Y ahora con estos sentimientos bonitos lo corroboro. Espero poder servirle bien. Estoy a su merced.»

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