Algo:
Te escribo esta carta como ejercicio de imaginación y de fe. Esta es una hoja pero bien podría ser mi piel y mi piel bien podría ser la primera capa de agua de un lago donde vive Algo. Por eso anoto palabras, jugando que son el sonido que tú, criatura desconocida y escurridiza, escuchas de lo profundo mientras decides si venir o no a escudriñar.
Sé que desde abajo me ves. Día y noche me ves. Y te mueves. Te siento en mi pecho, en mi guata y en mi sexo. Quizá también en mis manos y en mi piel. Y en ese lugar que no es mi cuerpo pero que está en mí. Por eso quiero decir que me inquieta tu merodeo.
Acércate no más. No te quiero amansar. Pero me gustaría verte a los ojos, conocer tu rostro y saber que soy parte de ti, para salir a la calle orgullosa de que pertenezco a este monstruo. Porque el sentido de pertenencia me cuesta mucho pero ahora sí siento que soy de este cuerpo agradecido de sus curvas invisibles y enamorado de todos los pelos, menos los de la cabeza. Y presiento que soy de ti. Y quiero saberme de ti.
Te quiero invitar a jugar. Como se juega a las muñecas, podríamos jugar a los monstruos. Tú me ayudarías a vestirme y yo a ti. Nos armaríamos y desarmaríamos como quisiéramos. Nos sacaríamos la cabeza, los brazos, las piernas y decidiríamos, quizá, caminar con los ojos y tocar con los pies. No sé, también podríamos jugar al té. Y tú, desde abajo -no es necesario que salgas de tu territorio- me salpicarías, me diluirías, me mojarías y me mancharías porque ningune tomaría el té como señorita.
Sé que no es la primera vez que intento acercarme y que es difícil hacerlo. Por eso te hablo no más, para que escuches lo que quieras y sepas que estoy aquí. Que sería un honor distorsionar mi cuerpo en tu agua. Que te estoy queriendo de lejos como nos gusta.
Te espero para jugar.
Ivannia
PD: Yo propongo jugar a los monstruos o tomar té pero podemos hacer lo que quieras. Sólo juguemos un poquito ¿sí?
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