No sé en qué momento me llené tan pegajosamente de mi propia imagen. No sé si alguna vez pude ser simplemente una cascarita. Me cuesta tanto olvidar las instrucciones de quién soy y dejar mi cuerpo en sacrificio al juego. ¿Por dónde podría recorrer la ficción, qué podría entrar aquí, si mis cachivaches ocupan casi todo el espacio y no dejan de hacer ruido?
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