Preguntas sobre mi cuerpo

I.
¿Por qué mi pecho siempre es una pared para mí?
Mi diafragma nunca una cama elástica. Mi escápula nunca un columpio. Mi costilla nunca un resbalín.
¿O alguna vez sí lo es?
Cuándo, cómo.



2.
¿Si la piel es un estuche, cómo se sentirá estar en otro cuerpo?
¿Y qué sentirá alguien, habitando en mí?
Puede que recién ahora caigas en cuenta de tu metatarso derecho
o quizá no hayas reparado antes en cuánto puede pesar un esternón.
Quizá yo me olvido del coxis, pero para ti es imposible.
Probablemente este espacio entre la nuca y los hombros te parezca muy estrecho.
Dónde se fue el aire, por qué está todo tan seco podrías decir.
O porqué los pies se olvidan de mi cuerpo y se ponen a flotar.



3.
A veces me dan ganas de olvidarme de mí
pero mi cuerpo me recuerda mi yo a cada momento.
Innegable la postura de mis hombros,
imposible ignorar el peso de mi esternón.
Y si mi cadera se rebela directa y seca, el empeine me delata siendo liviano.
¿Podría mi cuello dejar de exponerme?
¿Y mi costilla dejar de hacerlo obvio?
Si ordenara hueso por hueso mi columna,
articulación por articulación mis brazos y piernas,
o si adoctrinara a cada dedo de mi mano para enseñarles a tocar,
¿qué seguirá diciendo mi cuerpo de mí?
Mis ojos dirán que ando por aquí imaginando si puedo ser una hoja en blanco
y mi piel dirá: sí
y ¿para qué?



No hay comentarios.: