Estamos en el mes y me pregunto qué sería necesario para que terminara de suceder. Nada. Es otra decisión que no tomo, mi vida no se mueve a ningún lado, ni siquiera a ese, por mi inercia constante. Vivo por omisión, quizás.
Hace unos días desperté -o me dormí, no sé- pensando qué cosa haría que me levantara contenta y que me durmiera feliz aún sabiendo que tendré que despertarme. Estar segura de que saldré de mi cama a hacer para lo que nací, pensé. Pero, dos inconvenientes:
Primero, la torpeza de dar por hecho que unx nace para cosas lindas y buenas. Segundo, la ingenuidad -¿o la obstinación?- de creer que tiene un propósito haber nacido.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario