I
Salí a flote y no busqué avanzar. Sólo me preocupé del movimiento de mi cuerpo: 1, 2, 1, 2, mover los brazos como sacando arena. Y cuando me vi lejos de la orilla, por primera vez disfrutando estar rodeada de agua hasta la nariz, pensé Aquí es lindo, aquí puedo morir.
II
Miré mis manos rojas:
Lo bello de las heridas por haber caído es que delatan tus soportes.
Lo incómodo de las heridas por haber caído es que ya no puedes ignorar el esfuerzo que implica sostener, a diario, todo, lo que sea.
III
A mí no me escribas cartas de amor,
a mí anótame en un papel lo que quisieras decirme si estuviera muerta.
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