Huelo el verano. De él me llega un olor a ti como llega el olor a fruta madura. [Y el tiempo es sólo una cosita blanda y rosada al que hay que esperar que se caiga, que se desgrane, que se abra.
La pulpa de los damascos se acumula, el tiempo las vuelve bolitas con sus dedos hasta que se van a volar como pelusas, como dientes de dragón, y yo las veo y veo el sol de fondo teñido de mi tristeza tan usual y tan dulce, tan máscara, tan piel y hueso, yo las veo y siento su olor: huelo el verano, damasquito malvado, tu pelo y tu piel sin pelar. Entonces no me queda más que pensarte e inhalar el aire damascoso que me regalas, y mientras giro mareada, te pido.
Dibújame, veme. Me armo con tanto cuidado y miro las pelusas y un espejo que me ve pasar y me atrapa. y me dan ganas de que me veas de que tú seas el espejo. o el ojo, no sé. Y temo tanto del agua. Los hilos, las hojas [de aluminio. Por favor. Es que después del verano, el otoño.
[y el otoño destiñe, ya sabes. Y yo no sé de tiem po. pos. por.
Dibújame, veme. Me armo con tanto cuidado y miro las pelusas y un espejo que me ve pasar y me atrapa. y me dan ganas de que me veas de que tú seas el espejo. o el ojo, no sé. Y temo tanto del agua. Los hilos, las hojas [de aluminio. Por favor. Es que después del verano, el otoño.
[y el otoño destiñe, ya sabes. Y yo no sé de tiem po. pos. por.
favor.
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