Que alguien entre a esta sala oscura
y me bese en el hipocentro de mi angustia.
Ardo en una tristeza inabarcable, inexplicabe.
me consumo flagrante y esa es mi única luz:
soy un perpetuo incendio, me quemo
de frío, de rabia, de sangre
lenta que pide permiso y llora.
Lloro tanto, lloro siempre
en el silencio y en la sonrisa.
a quién le explico si viene de todos lados,
si es una excusa que se gesta
en este hueco que cargo en mi pecho
por una carencia ancestral
de nombres y abrazos.
Quién me cortó las manos y
me impidió entregar. Tiemblo,
exudo con cada vano pero inocente
intento de verterme, de estar.
Devuélvanme mi piel, yo no quiero este cuero.
Dónde ubicarme para hablar conmigo: no hay mensajeros.
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