Hagamos un trato:
nos pondremos bombillas para chuparnos el corazón y cuando ya no quede sangre, quizá un pedacito de músculo suba por la bombilla como pulpa de naranja, entonces habremos de sacar de la boca el musculito y estirarlo hasta el extremo de que quepa todo el mundo en nuestro amor. Te parece. Todo el mundo, con todas las mentiras, las escaleras, los pisos y los asideros. Te parece. Bonito sería que, además, inventáramos nuevas escaleras, nuestras escaleras..., juntxs; bonito sería que nos susurrásemos mentiras para construir escaleras, pisos y asideros, juntxs. Te parece. Eso sí que me gusta, construir juntxs. Construyamos un espacio, un hogar, puede ser el mismo corazón que estamos succionando. Sí, sigamos construyendo. Yo quiero vivir contigo. Sigámonos susurrando suave a compás de risa, de jadeo, de besito, sigamos susurrando. succionando. construyendo. Sigamos, te parece. Y levantemos paredes para saber hasta dónde llega nuestro pedazo de mundo, pedazo de cielo, pedazo de espacio, pedazo de cuerpo, de susurro de besito de jadeo y así cuidarlo como mío, así quererlo y cuidarlo como todo lo que es mío. Sí, te parece. Las paredes, me imagino yo, tienen que ser las más lindas para colgar cosas; todo lo que queremos que carguen nuestras paredes, que cuelguen de nuestras paredes. Y sigamos construyendo. Sí, yo quiero morir contigo. Instalémonos en lo que hayamos construido y entonces -este es el trato, mi amor-  no te muevas por favor, no respires, no sientas el calambre de tus brazos, no sucumbas ante el adormecimiento de tus pies, no crezcas, que nos quedará chica la casa, el corazón, las mentiras, los asideros. Menos me engañes, amor mío, siendo veraz, que yo quiero mentirnos y tú qué más quieres, dime, amor, para sellar nuestro trato, qué otra cosa más necesitarás para que me des a cambio una historia, un lugar, un pedacito de verdad de cuento.

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