Para este cumpleaños, de regalo yo no quiero: ni tu admirable bondad, ni tu abnegado esfuerzo, ni tu inconmensurable generosidad; no, no espero nada de eso. Para mi cumpleaños yo nada más quiero que me des una cajita hermosa cerrada con un delicado rosón gigante, en cuyo interior, por favor, no se guarde nada más que la hermosa certeza, la única certeza hermosa, la única certeza... de que ya no seré jamás como tú
de que ya por fin no fui como tú.
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