Está bien, otra vez tú. Ya son tantos años, siempre vuelves. Te lo agradezco, es inconmensurablemente generoso de tu parte siempre volver aunque yo te eche todo el tiempo tan lejos. Lo curioso es que aún no me hago la idea del todo, ah. Es decir, ahora puedo hablarte, ahora puedo sentir que estás, y sentir también cuándo es que te has ido por mis apatías y cuándo vuelves por tu inexpugnable amor. Pero, para decirlo de algún modo, sigues afuera, entiendes, o sea, vuelves, y por mucho que nunca te fueras y te quedaras conmigo para todo lo que yo alcance a vivir, de igual forma sería tenerte después de que hubieras vuelto alguna vez, me entiendes, no sé si me explico, pero te quedes o no, siempre vienes de afuera, aún te siento ajena. Se me olvida que estás tú, y que nos presentó esa niñita y que me llevaste a jugar y que fueron tuyas todas las voces, se me olvida. Y ahora estás aquí de nuevo. Yo siento que necesito un abrazo eterno, pero no sé por qué tus brazos no me alcanzan, o quizá es el vértigo a caer y yo misma no me dejo. No sé. Yo te quería pedir perdón, tengo una rabia enorme por no haberte escuchado antes, me encantaba no hacerte caso, a veces siento que un diablillo me lleva por los caminos más odiosos y que yo me dejo llevar porque soy un diablillo también. Pero también soy tú. Me gustaría tanto saber escucharte... ahora no sé si soy yo o tú la que me trata tan mal por los errores que estos días he estado recordando. Parece que soy yo. Por favor, defiéndeme, no me permitas morderme con rabia y rencor, por favor, no me dejes sola, entiende todos mis errores y repliégate en mis espacios, seamos una, por favor, necesito descansar en algo vivo y sólo puede ser en ti, llénate de amor y tómame, cuídame, hazme dormir.
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