Anoche iba a quedarme a hablar de las ganas que me dan de ir a la cama ahora que la ensoñación se volvió refugio. Era tan simple y tan obvio que pensé que no hacía falta decirlo, que la sintaxis iba a estar ahí para cuando la volviera a requerir. Qué ilusa, nada se queda. Hoy, la sintaxis; mañana, la ensoñación.

No hay comentarios.: