-¿De qué manera te gustaría que me acercara?-, pregunta mi amiga. Yo cierro los ojos para que se traguen mis lágrimas porque no sé. Siento culpa y desesperación de no entender qué cariño prefiero y preciso. Sería tan lindo no sentir hambre ni sed, no tener que pensar qué me hace bien, qué me hace falta. Quisiera caminar por un paisaje que diera justo los frutos con las propiedades nutricionales que necesito según la estación del año en la que estoy, sin tener que buscarlos por mi cuenta. Quisiera hallar un árbol de ternura y regocijo perennes, para treparlo y hacer mi casita ahí.

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