Bajando, L. me besó la frente

[oye,]
es feo si recuerdo justo ese gesto
porque yo sé que con toda
la bruma, el frío y las pelusas de mar
siempre va a ser volver a ese color.
Es triste nunca entender, saber que no se va a entender
aunque se haya aprendido a vivir como hoja,
como árbol, como corazón y se respire no más
así, lo más sencillo que se pueda
lo más bonito que se pueda.
Y yo tengo problemas con lo triste,
tengo que caminar tan despacio...
y no quiero decirme que ocupo mal el tiempo,
que confundí las direcciones.
sigo pensando que habría sido fácil,
que son errores de pelos de distancia, de segundos.
volver a la conversación de siempre, qué atroz.
No sé si algún día aprenderé a estar
[el teatro es un paréntesis tan bonito,
pero se me escapa, siempre.
Tengo sed de ternura, tengo una grieta
y por entre ella escurre mi sed llorando amor.
Soy un pajarito tan herido,
y tú lloraste para darme agua, y
yo no quise beber, inventé un ademán de devorar
los peces de tu lago de lágrimas
para excusar mi bajada a tu suelo.
¿qué hubiese sucedido si me hubiese
lanzado simple y cándida a chapotear?
Ahora ese gesto me persigue, lo busco
como si me hubiesen arrancado el alma,
como si me, no sé cómo, pero es una acción
sagrada e inútil, lo miro tan de lejos,
y me da frío esta serenidad,
y sé que voy a seguir volando mucho tiempo más
buscando ese candor que hice trizas a picotazos,
en quién un eco, reminiscencias.
Cómo no asustarse, qué voy a hacer,
cómo no huir de cada acercamiento
de cada entrega y de cada regalo,
si sólo tu charquito temeroso y humilde
tu beso de entreparéntesis ha sido mi
único tesorito guardado que no me espantó,
sigues como canción de cuna entre los escombros,
la nana de mercedes en el laberinto.
Tu besito, el único resto de inocencia
de ingenuidad
de amor.

No hay comentarios.: