En cuanto me puse a decir, ya es otra cosa. Mentirilla es esa de Escribir para llegar al interior: se vuelve, sí, se llega dentro, se llega al centro y se va más allá, mucho más allá rompiendo la carne, traspasando la piel, y ahí, una vez fuera, inventando un camino. Y si algo ocurre, algo calma, algo cesa, aquel cese del dolor no se debe a la palabra exacta, al desahogo, a no sé cuánta cosa más ilusa y pobre, se debe al ocio de siempre que aparta todo: si digo, si empiezo a urdir palabras, otra cosa me empieza a ocupar, ya no me ocupa este dolor, sino cómo lo construyo, entonces me voy deleitando con nuevas formas, nuevas ideas, que por más que sen trabajadas y pulidas para esculpir el mismo dolor, siempre será otro. Más bello, más nuevo, más virtual, más bueno.

No hay comentarios.: