Tengo tanto miedo. Quiero llorar, quiero sangrar. No sé por qué siempre tiene que ser así. No quiero herir [a nadie. Pero quiero sangrar, la tierra me llama. Que algo tape esta boca, la boca que se abrió en mi pecho. El suelo quiere cubrirla, el suelo quiere taparla con tierra. Que alguien tape esta boca. ¿Por qué siento esto siempre? ¿Por qué este hueco no se va? ¿Por qué? Por más que abrace y abrace, y llore y llore, y ame y ame, y me oville y me oville el huequito no se cierra, la presión no se va. Siento cómo persiste, como crece y así tan grande me parece el universo entero con todas sus estrellas, con toda su magia, con todos sus colores concentrándose en mi pecho, y así el universo se siente tan doloroso y el dolor se siente tan inmenso que es imposible que sólo quepa en mi cuerpo, que ya imagino cómo imperceptible la tristeza va tiñendo el aire, que yo sé que van desparramándose mis estrellas saturninas por el aire, y con esta certeza otra soledad acaba de posarse como un pájaro sobre mi piel: ¿cómo puede ser que nadie lo sienta? ¿cuántas personas más se desangran igual de silenciosas y no lo percibimos? Entonces más quiero abrirme, más quiero sangrar. Esta boquita que grita me va consumiendo de a poco. Estoy tan cansada, tengo tanto miedo, yo no quiero ceder, ¡pero grita tanto! No, no me permito engañarme de esta forma, no me permito pintarme cárceles, ¡qué bajeza reducir a eso al cuerpo! Pero es que realmente duele, algo se está quemando, algo arde, se consume. Yo quisiera disculparme por andar trayendo -siempre, siempre, una y otra vez- estos ojos y esta voz sin tener algo que explicar, hoy no quiero mirar a nadie ¿qué podría decir? Nadie merece esta mirada, no va dirigida a nadie, no sé de dónde surgió, cómo se gestó detrás de mis pupilas hace cuánto tiempo ya. Realmente tengo terror, quiero desgarrarme gritando que soy inocente, que ¡soy inocente! No sé contra quién tengo que excusarme y defenderme pero necesito renunciar a toda esta lucha inútil, me lo ruego con urgencia; quiero tregua, por favor. Sé que voy a seguir arrastrando así los días y siempre va a salir como arco iris la sonrisa, pero sé también que las rodillas estarán siempre temblando, susurrando seguras y misteriosas el pacto cómplice con la gravedad. Sé que siempre estará caer como alternativa, sé que cuando por fin me desplome podré descansar. La tierra me comerá y mi boca impía comerá también de la tierra, y voy a deshacerme en sangre y humedeceré el suelo como selva negra y algo volverá a brotar. Cosas así se dicen; no sé, yo sigo temblando. Lo terrible es que no cargo sólo con el más intenso terror, sino que también con el más temible asombro. Lo terrible es que esto no salió de mí; sigo lejos, ajena, y la única posibilidad transparente y sincera sigue siendo contemplar. Lo terrible es que no lo es ni tantito, y ello hace aún más insoportable el peso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario