Me cae una lágrima.
Tengo miedo, estoy asustada:
Esta no es mi casa, yo no quiero así mi casa.
No quiero estar así,
no quiero estar aquí.
¿Por qué entraste?
Lo dejaste todo tan
destruido y tan seco.
Quisiera vomitarte,
escupirte, sudarte,
sacarte de mí de todas las formas posibles.
Es feo estar en mi casa
Aquí, al otro lado de mi piel,
aquí dentro, el ambiente está hostil
áspero y frío, sin luz,
no llega el calor y hay puras sombras.
Aquí da miedo recorrerme
no hay ni fuerzas ni ganas.
Y es tan pesado respirar.
Aquí a cualquier paso salen
arañas, murciélagos, ranas.
Aquí los cuervos se ríen
esperando a que se muera
otra esperanza, otra buena intensión, alguna calma.
Y te juro que con cualquier movimiento
todas las fierecillas se dejan ver.
Aquí dentro ya no es lindo estar,
todo cuesta, todo pesa, todo duele.
El aire es denso, y lo único
que se ve, oye y siente
es rabia, envidia, culpa, celos,
posesividad, pena, rencor.
Tengo miedo de los monstruos,
de cómo se transforma todo.
¿Soy yo para ti una bruja?
Para mí te has vuelto un monstruo atroz.
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