Estoy sola. Me siento sola. Se está haciendo noche, sé que se hará noche y que caminaré sola a casa para no meter a nadie más en los tristes pasos de mi camino. Y tú, ya desapareciste, ni siquiera existes. Se perdió a quien amaba y ahora sólo veo una exquisita piel cubriendo los terribles huesos de un ser hosco, duro y seco. No te encuentro. La ternura y al amor se fueron de ti. ¿Es que se habrán ido de mis ojos? ¿O de los tuyos? O de les dos. ¿Tan rápido se va el amor entonces? Quisiera encontrar dentro de ese cuerpecito tuyo todavía mi alma. Para robarte miradas, al menos, cuando nadie me mirara. Que eso me quedara al menos, por favor. Pero no estás, dónde estás. De todos modos, me parece sincero y necesario decir, que a pesar de todo, y aunque sea un tanto inútil la confesión, ni un segundo he dejado de amarte, y ni un segundo he dejado de lamentar que mi cuerpo y mi vida ya no caminen a tu vera.

No hay comentarios.: