Sólo en las películas pasa que mientras yo leo esa nota que me escribiste y me cae una lágrima, allá al otro lado de la ciudad, en Barón, también tú, con lágrima o sin lágrima (no pidamos tanto), estás leyendo la carta que te di. No sé muy bien qué estoy escribiendo porque de verdad hay mucho ruido en mi cabeza. Ya ni siquiera sé qué te dije ahí. Lo que pude haber sentido, ni siquiera me acuerdo. Quisiera por último poder leerla. Leo la notita que escribiste y puedo recordar lo que alguna vez sentiste y me pongo a llorar. Pero no sé qué sentí yo y eso que sentí lo extraño tanto. No sé si te das cuenta que recibiste todo lo más puro y más ingenuo de mí. No quiero ser cursi, no le estoy poniendo moralidad a esas dos palabras. Fue lo primero. Antes de ti, ninguna idea de mentira, ni de medida, ni de traición. Ni siquiera de autocuidado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario